Secciones

Senegal (15) Turismo Responsable (10) viajes (10) Cultura (8) Marruecos (8) Ofertas (5) Sahara (3) Bereber (2) Perú (1)

29 ago 2010

Perú land of the Incas



Ya tenemos viajes alternativos a Perú, viajes vivenciales, con mucha cultura y naturaleza a unos precios excelentes. Y si no os cuadran nuestras propuestas. Con la ayuda de nuestros receptivos responsable os podemos organizar el viaje a medida. Surf, Gastronomía, Historia, Naturaleza, Misticismo..... todo en un mismo destino, quien da más por menos???

Parque Nacional de la Langue de Barbarie

Este Parque Nacional está situado a unos 25 Km al sur de Saint-Louis, en la misma ruta que va hacia la Reserva de Fauna de Guembeul, en la Comunidad Rural de Gandiol. El Parque fue creado en 1976 y cubre una superficie de aproximadamente 2.000 Hectáreas, dos tercios de las cuales son humedales o medios marinos. Inicialmente el objetivo del Parque fue la conservación de las tortugas marinas, pero actualmente sirve además de protección a miles de aves migratorias, proporcionándoles una parada de descanso, así como un lugar de anidamiento. El Parque ha sido también designado sitio Ramsar (convención internacional para la protección de los humedales) y Zona Núcleo de la Reserva de la Biosfera del Delta del Río Senegal. El Parque abarca parte de superficie continental, del río y los últimos kilómetros de la Lengua de Barbarie (ver la sección de Medio Ambiente). Hay dunas, sabana, manglar, barrizales y playas, haciendo de este un ecosistema de gran diversidad capaz de albergar numerosas especies. Fuente: Federación Ben Magec-Ecologistas en Acción
Clima: El clima distingue dos estaciones que se definen por sus precipitaciones más que por las variaciones de su temperatura. La estación de lluvia, que comienza a finales de junio y termina a comienzos de octubre se caracteriza por el calor y la humedad, es la temporada de tormentas, a razón de una por semana. La estación seca, que comienza en noviembre y termina en mayo. El clima es muy agradable durante este periodo, ya que la Isla se refresca por la brisa del mar. Sin embargo, de enero a marzo, los vientos del Harmattan descienden del desierto, trayendo polvo y calima que puede durar algunos días.
Fauna "Los animales terrestres permanentes incluyen, entre otros, al mono rojo, conejos, ardillas, varanos y calao de pico rojo. Un paseo por los barrizales en la entrada del Parque puede ser una manera sencilla de echar un vistazo a la cigüeñuela, al avefría, garzas y garcetas que vienen a alimentarse de pequeños cangrejos. Estos, los cangrejos, son espectaculares en la zona, contando con varias especies. Los más abundantes son los cangrejos violinistas, fácilmente identificables porque los machos tienen una de sus pinzas considerablemente más grande y son de color rojo-púrpura. También podrás encontrar en el interior del Parque una especie de cangrejo rojo, de ojos azules, si tienes la oportunidad de permanecer al atardecer o pasar la noche. La playa es también hogar de varias especies, entre ellas el cangrejo fantasma. Existen palabras en wolof para los cangrejos: koti son los comestibles, djuncob son los grandes que salen por la noche y a los violinistas los llaman kopacar.

Los visitantes más populares del Parque son los flamencos, los pelícanos, pagarzas, charranes, gaviotas (carigris, picofina) y cormoranes. Es además, un lugar muy bueno para ver a los martín pescador. Existe un pequeño islote de anidamiento (principalmente de gaviotas y afines) situado en el río, donde los ecoguardas realizan censos tanto de aves como de huevos. Este islote recibe miles de parejas de estas aves cada año, representando una parte esencial de la población mundial de aves migratorias. Existen barcas disponibles para llevarte a ver este islote, pero haz de tener cuidado de no molestar a las aves nidificantes. Como visitante, debes observar que el piloto respeta las boyas alrededor del islote. Los ecoguardas pronto deberán controlar la conducta de algunos barqueros, que se acercan demasiado espantando a las aves. Tortugas

La Lengua de Barbarie es visitada por tortugas marinas en toda su longitud. La superficie protegida por el Parque sirve de zona de anidamiento para cuatro especies: la tortuga verde (declarada en peligro de extinción), la muy rara tortuga laúd, la tortuga carey y la del golfo (todas en muy serio peligro). La función del Parque como santuario de tortugas se refleja en que se realizan seguimientos durante el verano para encontrar evidencias del anidamiento de estas evasivas tortugas. Aunque es fácil encontrar rastros, en la actualidad es muy difícil verlas.

Afortunadamente, debido a la situación de la Lengua y a que no existen infraestructuras, las tortugas pueden contar con un espacio en el que depositar sus huevos de una forma relativamente segura. Pero desafortunadamente, es más común encontrarlas en las redes de los pescadores locales o en el mercado, a pesar de que su comercialización o consumo está completamente prohibido. Es habitual encontrar caparazones en boutiques para turistas en la región. Si los ves, por favor, no los compres, estarías creando una demanda y apoyando su extinción, ya que de ninguna forma podrás estar seguro de cómo murió el animal.

En febrero de 2008, por primera vez una pequeña tortuga verde encontrada por los pescadores varada en la playa de Guet N’Dar, llamaron a las autoridades para proceder a su rescate. El hecho de que la gente haya sido partícipe en esta operación, prueba que los esfuerzos de sensibilización están comenzando a dar sus frutos. Esta tortuga fue finalmente transportada hasta el Parque Nacional y devuelta al océano (ya que aún no existen infraestructuras de acogida, ni recursos para su marcaje). Fuente: Federación Ben Magec-Ecologistas en Acción"
Flora El Parque fue establecido para conservar una zona de fauna y flora que se encuentra sólo en esta parte de Senegal. Hay tres tipos de bosque, tropical, sabana arbolada y manglar. La parte sur está cubierta de bosque degradado con Parinari Excelsa, Pithecolobium Altissimum, Chlorophora Regia, Detarium Senegalense y numerosa Treculia Africana. El borde del agua de la zona de manglar contiene Rhizophora Racemosa, Rhizophora planche, Paspalum Vaginatum, Avicennia africana, Scirpus Littoralis, Sesuvium Portulacastrum y Philoxerus Vermicularis. Las zonas de suelo desnudo suelen estar colonizadas por Eleocharis Mutata y Eleocharis geniculata. Fuente: Federación Ben Magec-Ecologistas en Acción
Viajes al Parque
Donde nos quedamos?

Reserva Natural de Popenguine

La Reserva Natural de Popenguine se encuentra situada en el este central de Senegal, entre Dakar y Joal, a 60 kms al sudeste de Dakar.
Fue establecida en 1986. Tiene una extension de 10 Km² y una altitud entre el nivel del mar y los 80 mts en su cota mas alta. Ocupa 2,5 km de costa junto al Cabo Naze, con acantilados pertenecientes al macizo Ndiass. La meseta que ocupa la mayor parte de la Reserva corre paralela a la costa y esta separada de ésta por un estrecho valle de menos de 1 km de anchura. La estacion seca dura de noviembre a junio /julio, con vientos del noreste y este, con temperaturas bajas y poca humedad. Durante la estacion de lluvias predominan los vientos del suroeste con altas temperaturas y gran humedad. Fuente : World Conservation Monitoring Centre Senegal: proyecto de mujeres restaura la naturaleza beneficiando a la comunidad. Dos ecosistemas naturales diferentes conforman la reserva natural de Popenguine-Guéréo, situada a 45 kilómetros al sur de Dakar, capital de Senegal: una parte continental de colinas recortadas que constituye un bosque primario y una franja marítima compuesta principalmente por un hábitat rocoso, zona de desove para los peces.

La zona fue clasificada como reserva natural en 1986 a fin de rehabilitarla de la degradación producida por la deforestación, el agotamiento de las praderas y las sucesivas sequías que han llevado a una pérdida importante de la biodiversidad.

A su vez, en 1987 y como respuesta de la comunidad, 116 mujeres crearon de forma voluntaria y espontánea el RFPPN (Colectivo de mujeres de Popenguine para la protección de la naturaleza) como forma de contribuir a la realización de objetivos de conservación y restauración de la biodiversidad de la zona. Estas mujeres han arriesgado su reputación e incluso sus matrimonios, porque han empleado su tiempo y energía en crear una reserva natural para la comunidad, cuando, a ojos de sus vecinos, debían dedicarse a los deberes domésticos de esposas y madres senegalesas. Pero las dinámicas mujeres de la aldea de Ponpenguine y sus alrededores han acabado convenciendo a sus detractores. Lentamente fueron demostrando que podían regenerar y conservar su ambiente, alentar el ecoturismo, asegurar la repoblación forestal y la supervivencia de la flora y de la fauna y beneficiar a toda la comunidad.

Año tras año se fueron introduciendo miles de árboles de la flora indígena. Lentamente se fue reconstruyendo la fauna y fue así que reaparecieron 195 especies de pájaros, antílopes gerogríficos, duikers o pequeños antílopes grises, chacales rayados, mangostas, gatos de algalia, monos de la familia de los callithrix (titíes o tamarinos).

Con el tiempo, los objetivos estrictamente ambientales evolucionaron hasta integrar también las demandas de orden socioeconómico de las mujeres involucradas (generación de ingresos, resolver la demanda de cereales y combustible, entre otras). Se constituyó así un programa de desarrollo sustentable que prescinde de los modelos impuestos desde afuera y por el contrario se basa en la conservación del ambiente local a partir de un enfoque empírico creado desde la base.

Desde 1995, el grupo logró extender su acción y conjugar esfuerzos para restaurar un espacio vital de aproximadamente 100km2, denominado Espacio Comunitario Ker Cupaam, en homenaje al espíritu femenino protector del lugar. Este espacio comprende en total la Reserva de Popenguine-Guéréo y los territorios de ocho aldeas que rodean a la reserva. Las aldeas están representadas por los GIE (Grupos de interés económico de las mujeres) que conforman el colectivo COPRONAT, con 1555 miembros, para la protección de la naturaleza.

El programa actual del RFPPN se articula en torno a:

a) Gestión de la restauración del bosque: creación en cada aldea de viveros de especies indígenas maderables como fuente de energía, y árboles frutales y plantas ornamentales para la venta; manejo del bosque de la aldea, creación de una red de distribución de combustibles para evitar la tala de especies maderables.

b) Gestión de la salud: organización de la recolección y clasificación de los residuos domésticos, tratamiento y transformación en compost, construcción de letrinas.

c) Gestión alimentaria: creación de bancos de cereales y huertas familiares.

d) Formación en gestión comunitaria de zonas protegidas: formación en torno a tratamiento de la basura, horticultura y gestión de espacios naturales, iniciación en informática, hotelería, construcción de un centro de formación, equipamiento informático y audiovisual, con miras también a capacitar a los jóvenes.

e) Gestión en turismo: Ampliación y equipamiento de la zona de camping turística.

Para revertir la erosión, se construyen cordones de piedras y presas de contención para disminuir la velocidad de las aguas pluviales. También se pusieron como objetivo la rehabilitación de los manglares del lago Somone, en el límite sur del territorio.

Las mujeres de Popenguine muestran orgullosas su trabajo, los lustrosos manglares y la laguna bien llena, a pesar de las escasas lluvias. Hace una década la regeneración del lago Somone y la región de Popenguine era un sueño. Woulimata Thiaw, presidenta del colectivo de mujeres, está orgullosa de los frutos de su trabajo. Repite, sonriendo, que el éxito ha tenido un precio: el trabajo duro, y que desarrollo sustentable significa "ser consciente siempre de las efectos de nuestros actos en el futuro y en el futuro de nuestros hijos y nuestros nietos. Eso es sustentabilidad, las decisiones que nosotros tomamos. Tenemos que estar seguros de que hay continuación". Fuente: Boletín Nº 67 del WRM, febrero de 2003
Clima: El clima dominante corresponde al tipo de clima tropical, con dos estaciones: una estación caliente y húmeda (de junio a octubre), con puntas de lluvia en agosto de 179 mm de y temperaturas promedio de 27 °C, y una temporada un poco más fresca (de noviembre a mayo), con casi ninguna lluvia, aunque la influencia del Océano Atlántico dulcifica notablemente las temperaturas, convirtiendo a la ciudad en uno de los lugares más frescos y ventosos de la zona.
Fauna La Reserva tiene interes especialmente ornitologico. Se han clasificado 148 especies diferentes de aves, de las cuales 67 son aves migratorias. La reserva está situada en la ruta migratoria principal de un número importante de aves paleoarticas. Otras especies registradas incluyen al mono patas y dos especies de lagarto.
Flora La cubierta de vegetación es escasa, principalmente con hierba que crece durante la estacion de lluvias . El estrato herbáceo principalmente comprende a therophytes (principalmente las hierbas) que sólo crecen durante la estación de lluvias, con predominio de Acacia ataxacantha, Acacia seyal y Combretum micranthum.

Casamance



Casamance, una zona que intenta renacer al Turismo.
Situado al suroeste de Senegal, y al sur de Gambia, Casamance es un área de enorme potencial turístico con un conflictivo pasado de confrontaciones por la opresión colonial y más recientemente, enfrentamientos violentos con las fuerzas senegalesas durante los noventa, por una lucha independentista. Casamance está poblado por gente hospitalaria que está dispuesta a mostrar de la mejor forma su tierra a los visitantes y que lucha por trasmitir una imagen de mayor tranquilidad luego de algunos brotes de recrudecimiento de la violencia hacia el norte.
Casamance es una región calurosa, con montañas al sureste, quizás el área de mayor atractivo, por sus playas en la zona de Cabo Skirring. Pero tierra adentro, aún hay mucho para sorprenderse: es una de las zonas más exuberantes de Senegal, con zonas húmedas donde se asientan coloridos arrozales y palmeras.
En la zona, no es esperable ni gran infraestructura turística, ni servicios organizados, porque todo parece estar en etapa de desarrollo inicial. Simplemente, es un área donde encontrarse con la cultura local, para descubrir en directo los modos de vida y las inquietudes de sus habitantes en un ambiente de convivencia que es difícil de encontrar en otros lugares de Senegal, pero donde los conflictos, como en muchas regiones de África, están latentes.
En el año 2008 un brote de violencia afectó nuevamente la imagen de un área de Senegal, que intenta despuntar, aunque los problemas son esencialmente al norte del país, y lejos de las zonas más turísticas del sur.
Es el turismo el que lentamente se convierte en la principal fuente de ingresos económicos en la región. En el área de Cabo Skirring, el turismo tiene un mayor impacto, a sólo 80 kilómetros de la capital, Zinguinchor. Incluso, son los propios hoteles los que más invierten para mejorar las condiciones de las escuelas y centros de salud, en un intento por revertir la situación del lugar. Incluso, hoteles que estuvieron cerrados por años, lentamente comienzan a abrir sus puertas con la ayuda de la Unión Europea y el Banco Mundial. El número de viajeros que visitan Casamance, aumenta lentamente cada año.

28 ago 2010

Sahara Físico


El Sahara es el desierto más grande del mundo, se extiende en Africa desde la costa atlántica hasta el Mar Rojo, pero se suele considerar unido a los desiertos de Arabia y de la India, formando lo que ha sido denominado "El Gran Desierto Paleártico".

Durante mucho tiempo constituyó una barrera casi insuperable, solo se lo podía rodear por mar a lo largo de la costa occidental de Africa, o siguiendo muy trabajosamente ciertas rutas de caravanas.

El Sahara posee grandes cordilleras y llanuras de piedra y arena que constituyen enormes extensiones de dunas arenosas. A intervalos, en medio de tanta aridez, se hallan algunos oasis con agua. Un calor sofocante va seguido a veces de un frío intenso, desatándose vientos muy violentos cargados de polvo y arena que barren el suelo arrastrando todo cuanto no está sólidamente sujeto y secando la vegetación. Estos vientos son seguidos por largos períodos de calmas absolutas. En el gran desierto se hallan los lugares más calurosos de la tierra, se han comprobado temperaturas de hasta 76º C y 58º C a la sombra pero por la noche se enfría con rapidez lo que provoca una muy marcada amplitud térmica. La humedad relativa suele ser inferior al 10% y en algunos lugares la lluvia cae una vez cada 10 años. Los vientos son principalmente los Alisios del nordeste y del oeste en lugares más próximos al Atlántico.

ORÍGENES

El Sahara es un desierto sencillamente porque la lluvia que registra no llega a equilibrar la evaporación originada por los rayos solares y por la transpiración de las plantas que extraen agua de los lugares donde se halla almacenada. Las precipitaciones son inferiores a los 225mm por año y en inmensas zonas no llegan a los 150mm, mientras que la evaporación anual que se registra en la superficie es de 2.100 a 2.400mm, si lloviera durante el verano el agua se evaporaría aún más rápidamente.

Las causas fundamentales de los desiertos son climáticas. Una franja árida rodea a la Tierra entre las zonas templadas y las sabanas y bosques tropicales. La extensión de esta zona depende de la proximidad de los océanos y la presencia y características de grandes cadenas montañosas. En esta parte de Africa, una zona árida natural se superpone a la más extensa masa continental a esa latitud, desprovista de altas cordilleras que pudieran detener los vientos Alisios predominantes. Como no hay nada capaz de originar la lluvia, a la fuerza prevalece el desierto.

El sahara es una planicie de rocas antiguas, las rocas subyacentes son de neis precámbrico, el viejo esqueleto de Africa, siendo las rocas más antiguas de la tierra, sobre las que se han depositado enormes masas de areniscas y calizas, los sedimentos de los mares cretácicos. Pero enormes extensiones de arenas y areniscas no son de origen marino, pues el mar nunca cubrió la parte oriental del Sahara, por lo que su origen es el propio desierto.

La estructura geológica del Sahara es una serie de masas elevadas que encierran hondonadas sin salida y que reciben la denominación de cubetas cerradas.

En desiertos como el Sahara, los ríos que van a parar a depresiones cerradas depositan gran cantidad de barro y arena y, el hecho de que las depresiones permanezcan cerradas, es prueba de que un clima árido ha reinado allí durante períodos de tiempo muy largo.

A lo largo de muchos milenios, el interior del Sahara ha permanecido excesivamente seco para producir ríos constantes de cierta importancia. Durante períodos lluviosos relativamente breves, que es probable se correspondieran con las épocas glaciares de las zonas templadas, sin duda hubo grandes ríos en el Sahara, pero rara vez fluyeron durante el suficiente tiempo como para abrir un paso desde las depresiones hasta el mar.

LIMITES DEL DESIERTO

Existen diferente criterios para situar los límites que separan las estepas del desierto, algunos ecólogos dicen que una zona determinada no puede considerarse desierto si hay alguna vegetación, otros sitúan los límites donde un determinado tipo de planta, con una especial resistencia a la sequedad, se convierte en constituyente predominante de la vegetación.

Se puede considerar también una frontera hidrográfica, o sea el punto en que los ríos - si es que hay alguno - dejan de fluir.

Considerando la columna vertebral del Atlas como la frontera entre Africa Mediterránea y el Sahara, hay allí un cambio muy importante, pero las estribaciones meridionales del Atlas reciben la denominación de Pre-Sahara por los climatólogos. Esta zona contiene mayor cantidad de plantas mediterráneas que de desierto, pero la diferencia principal es climática. El Pre-Sahara posee un invierno más frío que le propio Sahara; en las montañas las temperaturas descienden regularmente a temperaturas bajo cero y es casi tan pobre como el Sahara, aunque no resulta tan inhóspito.

La frontera septentrional del Sahara está formada por una serie de depresiones conocidas por el nombre "La Falla del Sahara". Esta falla está señalada por una particularidad física que recuerda a un corte de terreno y delimita con gran presición temperaturas medias.

Ciertos animales y plantas no atraviesan esta barrera geológica, la foránea palmera datilera no se desarrolla con vigor más allá de la falla. En el suroeste, la víbora del desierto, serpiente propia de la región etiópica, no se presenta al norte de la falla.

Los límites meridionales también son de difícil definición, en esa región toda la lluvia cae en verano y el clima desértico es más tropical que mediterráneo. Las temperaturas son mucho más elevadas y, como consecuencia, es bastante más intensa la evaporación. La frontera meridional más lógica es la zona donde aparece por primera vez la típica vegetación de la región subdesértica sudanesa.

ERGS, REGS Y HAMADAS

En el Sahara existen tres tipos principales de terrenos desérticos: los ergs, los regs y las hamadas. Los ergs son enormes extensiones de dunas arenosas, como el desierto de Libia o el Gran Erg Occidental. Los regs son llanuras horizontales que se extienden en todas direcciones con la superficie constituida por arena gruesa, grava o piedras azotadas por el viento. Y las hamadas son altiplanicies cortadas por ríos secos, con su superficie plagada de piedras.

Las hamadas representan el origen de los otros dos. En el oeste del Sahara existen varios macizos montañosos de grandes dimensiones, las últimas estribaciones del Atlas, el Gran Macizo Hoggar, las aisladas masas del Tibesti y las mesetas y cordilleras menores como las de Air y Tassili. Las cumbres más elevadas de estas cordilleras desérticas, fueron atacadas por la erosión durante larguísimo tiempo, períodos geológicos enteros, de modo que las rocas se alzan como esqueletos desnudos. Las laderas inferiores forman extensas planicies que son las hamadas y, a menudo son tan extensas y llanas que dificilmente se advierte que son de gran altitud.

Las escasas lluvias del desierto caen sobre la región montañosa con más frecuencia que sobre las tierras bajas y llanas. Cuando llueve sobre una hamada, el agua no penetra en el suelo, tampoco existe una densa vegetación que impida que fluya, el agua entonces se desliza como por el tejado de una casa, introduciéndose primero en las gargantas de pequeñas corrientes de agua, y luego en valles mayores, donde arrastra consigo gran cantidad de piedras y barro. A veces, el agua descargada por una lluvia torrencial, llega a una de las depresiones cerradas del Sahara en forma de devastadora riada. El deslizamiento nunca llega a ser el ciento por ciento pero el agua resbala por la hamada casi por completo.

A lo largo de muchísimo tiempo, el resultado de tales tormentas son los regs. Las corrientes de agua desembocan en depresiones cerradas, en un terreno casi plano, donde se extienden, depositándose su carga de barro en capas que se amontonan obstruyendo la inundación. Entonces el río busca un nuevo lecho, esparciendo su carga de lodo por otros lugares, Los estratos de barro depositados por estos torrentes desérticos, a lo largo de grandes períodos de tiempo, acaban formando enormes extensiones llanas que son los regs.

El viento empieza a actuar, azotando la uniforme superficie del reg y no viéndose detenido por vegetación alguna, ni siquiera por relieves físicos. En primer lugar es eliminado el polvillo fino y luego la arena, que es posible se acumule en algún otro lugar; pero los cantos rodados y las grandes piedras se quedan donde los dejó la riada. Con el tiempo se forman las extensiones plagadas de piedras y desprovistas de todo relieve, característica de los regs que, con frecuencia, reciben el nombre de "pavimento del desierto".

MAR DE ARENA

Los ergs son grandes extensiones de dunas arenosas y representan el resultado de la descomposición de los regs y de su erosión, llevada a cabo principalmente por el viento. En el transcurso de muchísimos años, las piedras más pequeñas de los regs se desintegran formando arena que después es arrastrada por el viento. Como el propio reg es una depresión cerrada, la arena arrastrada por el viento no puede escapar, se deposita en ciertas zonas según las direcciones predominantes por el viento.

El mayo de todos los ergs es el Desierto de Libia. Desde la cima de una duna se divisa una gran extensión de ondulados montículos de arena que parece carecer de límites.

Cada erg está formado por dunas separadas por terrenos desnudos. Los "sifs" o sables son crestas largas y curvadas de suave pendiente frente al viento y de pendiente movil, abrupta y casi imposible de ascender por el lado opuesto. Pueden también combinarse varios tipos de dunas simples para formar masas compuestas, denominadas "dunas estrelladas" por la forma que toman al unirse.

Las dunas geológicamente jóvenes son blanquesinas, siendo doradas las más antiguas. En éstas últimas, cada uno de los granos de arena ha tenido suficiente tiempo para oxidar los compuestos de hierro que posee y de ahí es que toman este color.

Algunos de los ergs del Sahara son de origen relativamente recientes siendo el resultado de la descomposición de regs que fueron formadas por enormes ríos que descendían de las tierras altas, en los períodos pluviales del cuaternario, coincidentes con las glaciaciones. Las hamadas, posteriormente, se vieron sometidas a un clima más húmedo, floreciendo sobre ellas la estepa, con hierbas perennes, jirafas, antílopes, elefantes y grandes rebaños de animales domésticos. Pero muchos otros ergs son más antiguos.

El desierto de Libia es un viejo erg en avanzado estado de descomposición. En los ergs jóvenes, resultantes de las riadas del Cuaternario, los cursos de los ríos que los originaron pueden seguirse con mayor o menor exactitud. En todo caso, el antiguo río da lugar a un oasis. Pero en el desierto de Libia no hay trazas de antiguos cursos de agua, encerrando pocos oasis; estos hechos indican que el desierto de Libia es mucho más antiguo que otros ergs del Sahara.

También existen ergs que podrían llamarse "ergs fósiles" que consisten simplemente en antiguas dunas cementadas, que probablemente se formaron durante el Silúrico, por un proceso muy parecido al de los ergs de los ríos del Cuaternario.

LOS RÍOS FÓSILES

El clima del Sahara ha sido el de un desierto durante muchísimo tiempo, con un marcado período evolutivo durante las épocas geológicas recientes. En los períodos glaciares del Cuaternario, el Sahara gozó de un clima relativamente húmedo por razón del deslizamiento de las aguas.

Los restos de coníferas y algunos arbustos son la prueba de la llegada de las plantas mediterráneas hasta esas regiones. En aquellos días el clima de las alturas redujo la gran barrera del desierto a extensiones relativamente pequeñas. La flora y fauna mediterránea pudieron avanzar hacia el sur y la del Sudán pudo extenderse hasta el norte.

Hay gran número de ríos fósiles, como por ejemplo el Wadi Saoura, que nace en el Atlas y es alimentado por el Wadi Guir procedente de Marruecos, confinado entre paredes rocosas, el Saoura penetra profundamente en el desierto. Sus aguas descienden con violencia, al menos una vez al año y aunque no está completamente seco, su fin está próximo.

El gran Erg Occidental, o Erg de Gourara, es un mar de dunas formado por la descomposición del reg cuaternario originado por el Sauora. Hacia el fin de su curso, el Saoura, cuyo lecho está marcado por las palmeras datileras que crecen en él, corre casi en línea recta entre el borde de este erg y una línea de farallones.

El Saoura es lo suficientemente vigoroso como para despejar de vez en cuando el lecho por el que corre, atravesando su propio erg, pero llegará un día, si sigue adelante la desecación, en que el erg avanzará aún más lejos e interceptará también el curso del río. Entonces éste se verá forzado a fluir hacia otros lugares, o tal vez resulte capturado por el valle de otro río.

Este fenómeno de captura de las aguas de un río llevado a cabo por otro, es muy significativo en el Sahara. Un río de poderosa corriente que se dirija hacia el mar, ocasiona en el terreno una erosión más intensa que la de un río débil que muere en una depresión cerrada. Como consecuencia, el río vigoroso puede echar abajo el borde de la depresión capturando el agua de otro río.

LOS OASIS

En el desierto podemos encontrar pequeñas zonas provistas de agua y zonas muchas mayores desprovistas de la misma. Los pocos ríos superficiales del Sahara, a excepción del Nilo, nacen en las montañas del Atlas y fluyen hasta ser absorbidos por las arenas del desierto. Pero existen también importantes zonas húmedas llamadas oasis, de los que dependen buena parte de los seres vivos del desierto.

Un oasis es un lugar en el que hay agua permanente, procedente de fuentes o pozos. Suelen estar plantados con bosques de palmeras datileras pero en los más fértiles también crecen otros árboles frutales e incluso se dan cosechas.

Además de los verdaderos oasis, que son lugares habitados y con cultivos permanentes, en el desierto también se dan charcas temporales. Se presentan en el fondo de las depresiones cerradas, principalmente entre dunas de arena o zonas de cantos rodados y rocas. Si el agua de una depresión es dulce, es índice del fluir subterráneo de un río fósil, y la depresión se denomina "daya". Si es salada indica que algún río fósil ha llegado a su depresión final.

Contrastando con los oasis, existen grandes extensiones que carecen por completo de agua. La mayor parte de ellas, en la zona meridional del centro del Sahara, reciben el nombre de "tanezfouft" o tierras de la sed. El gran tanezrouft se extiende durante cientos de kilómetros y en todo el Sahara se hallan zonas parecidas aunque menores.

LA VIDA EN EL DESIERTO

Los animales y plantas que viven en el desierto se dividen en dos tipos: los que pueden vivir únicamente en las proximidades del agua y aquellos que pueden subsistir en pleno desierto. No hay lugar en el Sahara que se halle completamente desprovisto de agua, de modo que no hay lugar que carezca de todo tipo de vida.

En el desierto las plantas no solo tienen que luchar contra la dificultad de procurarse la humedad necesaria para vivir sino que tienen que defenderse también contra animales movidos por el hambre y que tienen una gran necesidad de agua.

La lluvia suele caer en forma de grandes tormentas, separadas por intervalos muy largos, parte de su agua va a parar a las depresiones de los ríos, humedeciendo a los viejos depósitos de barro y arena donde pueden vivir arbustos y árboles perennes. Lejos del lecho principal, pero en lugares donde hay todavía algo de humedad, con frecuencia crecen acacias. En los límites meridionales del Sahara, condiciones parecidas dan lugar a filas de palmeras egipcias y palmeras de espinos. Pero éstas no son las verdaderas plantas del desierto. En el interior del propio desierto sorprende la ausencia casi absoluta de vida vegetal, en esto el Sahara se diferencia de los desiertos de América del Norte donde se da una vegetación relativamente abundante de cactus y otras plantas.

Las plantas perennes que sobreviven de un año para otro, poseyendo parte verde que sobresalga del suelo, pueden retener cierta cantidad de agua en sus tejidos, cosa que logran sea almacenando agua en un bulbo o en la raíz subterránea o bien reduciendo la transpiración o revistiéndose de una superficie pilosa, espinosa o rugosa y creciendo pegadas al suelo para escapar de los vientos.

El otro problema fundamental con que se enfrentan las plantas del desierto es el de evitar ser comidas. Para protegerse de los animales, las plantas perennes suelen ser espinosas o repulsivas, o presentan ambas propiedades a la vez. En realidad toda la vegetación del desierto suele tener un olor repulsivo, un sabor amargo o están cubiertas por espinas.

Cuando estalla una de las escasas tormentas del desierto, millones de semillas que se han mantenido en vida latente durante años, germinan al unísono dando lugar a vistosas plantas con hojas y flores. Florecen en un intervalo muy corto, dejan caer sus semillas y se marchitan. Ante las lluvias siguientes, las nuevas semillas perpetuarán la especie del mismo modo, en realidad no son anuales pues la lluvia no cae cada año, por eso se llaman efímeras, por la brevedad en que florecen y desaparecen.

En cuanto a los animales, las aves y algunos de los grandes mamíferos se valen de su movilidad para solucionar sus problemas. Por ejemplo, las gacelas, que son los verdaderos animales del desierto, viven principalmente en las zonas altas aunque pueden vivir igualmente entre las dunas. Éstas no pueden existir indefinidamente en el desierto, precisan tener acceso a los pastos que se dan en torno a las riberas de los ríos desérticos, charcas ocasionales, o zonas en que la humedad subterránea es suficiente para mantener cierta vegetación. Para lograr alcanzar estas zonas, sus grandes partes y ligeros cuerpos les posibilitan desplazarse con gran rapidez, economizando el agua. Son nómadas al extremo y no beben por regla general.

Las aves del desierto tienen otra ventaja sobre los mamíferos, ambos tienen que evaporar agua de su cuerpo para enfriarlo, pero la temperatura de las aves es relativamente alta, más alta que la de la mayoría de los mamíferos. Cuando las temperaturas al sol llegan a ser extremas, las aves buscan la sombra de los arbustos y de las rocas, saliendo a anidar en los agujeros y en las grietas, evitando así las temperaturas superiores a las de su cuerpo. Además, las aves pueden extraer más agua de sus productos de desechos del cuerpo que los mamíferos ya que no orinan ni producen ningún tipo de leche.

A pesar de estas ventajas, no son muchas las aves que se encuentran a gran distancia del agua en el desierto. Entre las más conocidas se encuentran dos especies de alondras, así como los corredores, halcones y búhos reales.

Los peores problemas son los que deben afrontar los grandes animales, que tal vez posean gran movilidad, pero que son demasiados grandes para que les resulte práctico excavar un agujero en el que ocultarse ni tampoco le es posible meterse en las grietas como lo hacen los roedores y los reptiles, sino que se ven obligados a evaporar agua para enfriarse durante el día. De estos grandes animales salvajes, el más digno de mención es el adax.

Los adax viven en grandes extensiones arenosas, incluso en el mismo corazón de un erg. Como precisan agua muy de cuando en cuando, pueden habitar zonas que carecen de ella y tienen grandes pezuñas que les posibilita desplazarse por las dunas de arena suelta pero suspendiendo durante la porción más calurosa del día.

Por otro lado tenemos a los camellos, los cuales no son originarios del Sahara sino que fueron introducidos por el hombre procedentes de Asia, dentro de los últimos dos mil años. Pueden pasar largos períodos de tiempo sin agua y la temperatura de su cuerpo puede variar , no solo puede elevarse unos tres grados durante el día sino que también puede descender durante la noche y, mediante esta forma, son capaces de conservar el calor evitando la excesiva exudación durante el día. A esto contribuye su gruesa capa de pelo, o de lana, que aisla su piel y hace que el cuerpo se mantenga fresco, además de posser una habilidad extraordinaria de extraer agua de otras partes de su cuerpo.

26 ago 2010

Marruecos, Transición democrática o autoritarismo perfeccionado?

MARRUECOS, ¿TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA O AUTORITARISMO PERFECCIONADO?


Juan Ignacio Castien Maestro
Profesor de Sociología de la
Universidad Complutense de Madrid




El pasado mes de julio Mohamed VI cumplió sus primeros once años de reinado. Once años constituyen ya un plazo de tiempo lo suficientemente amplio como para permitirnos juzgar los hechos con una cierta perspectiva. No hay duda de que a lo largo de esta última década se han producido algunos avances importantes en campos como el respeto a las libertades fundamentales, la legislación matrimonial, la descentralización administrativa, el reconocimiento de la lengua y la cultura tamazight, la difusión de la educación y el desarrollo de las infraestructuras. Pero, sin negar ninguno de estos logros, la impresión general que invade al observador es la de que el país no ha cambiado tanto a fin de cuentas y de que existe una llamativa continuidad de fondo entre las políticas actuales y las del período anterior. Está claro que, pese a las previsiones demasiado optimistas de muchos políticos e intelectuales, de dentro y fuera de Marruecos, el país no ha tomado en modo alguno la senda de una transición democrática “a la española”. A día de hoy, la concentración del poder político en manos de la Corona y de su círculo más próximo resulta indiscutible. Son ellos los que dirigen la política del país prácticamente en régimen de semi-monopolio, sin tener en frente apenas ningún contrapeso institucional ni social. No se trata solamente de que la Constitución vigente reconozca al Monarca unas prerrogativas impensables en ninguna democracia al uso, sino de que, asimismo, el aparato majzeniano se mantiene en muy buena forma y sigue haciendo gala de su ya legendaria capacidad para neutralizar, cuando no cooptar, a todo aquel que perciba como una amenaza para su poder absoluto. El resultado es un tejido social débil y desorganizado, manejado e intervenido permanentemente por el Majzen e incapacitado, en consecuencia, para influir en la suficiente medida sobre la vida política nacional; un escenario, en suma, claramente alejado de cualquier ideal democrático.

Aunque ésta sea a grandes rasgos la situación presente, no existe una única manera de interpretarla. Quienes continúan aferrados a la idea de un país inmerso en una transición democrática de largo aliento pueden aducir en su favor los avances genuinos que hemos apuntado más arriba y concluir que, pese a todas sus insuficiencias, el país se está moviendo en la dirección correcta. Quizá luego se les reproche a los gobernantes marroquíes su excesiva lentitud. O, quizá también, se justifique esta parsimonia sobre la base de una presunta inmadurez política de su población, que haría desaconsejable una democratización demasiado rápida, sobre todo ante el riesgo de una eventual llegada al poder de los islamistas, lo que propinaría, se dice, un golpe mortal a cualquier esperanza democrática. Qué duda cabe de que en el contexto internacional actual, con el recuerdo de la tragedia argelina aún reciente y la “guerra global contra el terror” emprendida por Estados Unidos y sus aliados, esta argumentación ha adquirido para muchos el rango de una verdad incuestionable. Sin embargo, toda esta línea de razonamiento no deja de plantear algunos problemas de bastante calado. Su principal carencia consiste en que presupone que se está produciendo, en efecto, una transición democrática o de que, al menos, ésta habrá de producirse tarde o temprano, como si las sociedades solamente evolucionasen en una única dirección. Pero, por más deseable que nos pueda parecer, esta transición democrática no es algo que tenga que producirse a la fuerza. Es muy posible, por el contrario, que el camino por el que está transitando la sociedad marroquí esté siendo otro muy distinto. Es lo que vamos a intentar mostrar a continuación.

Ya que está tan extendida la costumbre de tomar el caso español como una piedra de toque con la que comparar cualquier otra realidad mundial, podemos aventurar la hipótesis de que los dirigentes marroquíes actuales están logrando hasta el momento aquello que no consiguieron los de la España tardofranquista. Estos últimos se embarcaron desde los años sesenta en un proceso de reforma controlada, encaminado a fortalecer el sistema autoritario existente. Con este fin, racionalizaron el funcionamiento de las administraciones públicas, poniendo coto a las formas más descaradas de clientelismo político, atenuaron la violencia ejercida sobre los disidentes, concedieron ciertos espacios de libertad a la población y propiciaron con todo ello, y merced también a un contexto internacional extremadamente favorable, un notable desarrollo económico. El balance final de toda esta operación fue, sin embargo, bastante contradictorio. Se produjo, sin duda, una notable modernización social y se consiguió no tanto ampliar la base social del régimen, como otorgarle, al menos, el asentimiento tácito de una gran parte de la población, que acataba el estado de cosas existente a cambio de una substancial mejora en sus condiciones de vida. Pero, a más largo plazo, este autoritarismo tecnocrático acabó mostrando sus límites. Mucha gente ya no se conformaba con lo que se le ofrecía y exigía más. Asimismo, el sistema autoritario parecía demasiado rígido para organizar una sociedad cada vez más compleja. De este modo, tras la muerte del dictador resultó imposible preservar el viejo sistema y sus gestores, muchos de ellos a regañadientes, tuvieron que avanzar hacia una democratización genuina, resignándose a compartir el poder político con sus antiguos adversarios. En resumen, la modernización autoritaria emprendida por el régimen franquista acabó precipitando el final de este mismo régimen. Podría pensarse entonces que sus responsables habrían actuado como una suerte de aprendices de brujo, invocando ellos mismos las fuerzas que con el tiempo habrían de enterrarles. Pero esta valoración, llevada más allá de un cierto punto, resultaría demasiado unilateral, pues lo cierto es que la democratización pactada que finalmente se produjo les permitió conservar una notable influencia política, evitar una redistribución de la riqueza nacional y librarse hasta el día de hoy de cualquier rendición de cuentas por sus acciones pasadas. Desde su propio punto de vista, podría decirse que el régimen autoritario cumplió su misión y, una vez que dejó de ser viable, les permitió afrontar la nueva democracia desde una posición francamente envidiable.

Comparando ahora lo ocurrido en España con la actual situación marroquí, podemos extraer algunas enseñanzas. En vez de una transición democrática a cámara lenta, Marruecos estaría viviendo la puesta en marcha de un autoritarismo perfeccionado, menos brutal y más racional que el anterior; un autoritarismo, por así decir, “de guante blanco”, similar a aquel que no llegó a cuajar del todo en su vecino del norte. Este proceso no sería, por otra parte, exclusivo de este país. Si dirigimos nuestra mirada hacia Túnez, Argelia, Jordania y otros Estados del mismo entorno, percibiremos de inmediato un cierto aire de familia en la evolución política de todos ellos, salvando, claro está, las consabidas distancias. En todos estos casos se combina una política moderadamente aperturista con la conservación del poder en manos de una reducida oligarquía. Este autoritarismo perfeccionado pervive y florece debido a que no hay nadie que ejerza la presión necesaria sobre sus responsables para obligarles a optar por una democratización genuina. Aquí reside la diferencia fundamental con lo ocurrido en España hace ya casi cuarenta años. Centrándonos ya en Marruecos, no existe aquí, en primer lugar, ninguna presión externa remarcable en favor de la democratización, dado que Estados Unidos y la Unión Europea prefieren mirar hacia otro lado y no incomodar demasiado a uno de sus mejores aliados estratégicos. Tampoco se da una presión interna lo suficientemente intensa. Lo que caracteriza a fecha de hoy a la sociedad marroquí es, en términos generales, una marcada desmovilización política. Tan solo vota un tercio del censo electoral. Los partidos políticos son débiles y están profundamente desprestigiados y, aunque se ha producido la emergencia de un movimiento asociativo muy plural y muy activo, éste se encuentra, empero, confinado dentro de unos sectores sociales bastante reducidos, al igual que ocurre también con la circulación de la prensa independiente. Ello no quiere decir que no exista un descontento muy extendido ante la situación presente, pero éste no rebasa en la inmensa mayoría de los casos el nivel del exabrupto cotidiano. En tales condiciones, los dirigentes marroquíes no experimentan ninguna necesidad de cambiar una situación de la que extraen evidentes beneficios.

Pero ¿a qué obedece tanta pasividad? La respuesta es compleja. La sociedad marroquí es una sociedad fracturada. A las supervivencias del viejo faccionalismo tribal y étnico heredado del pasado se han añadido ahora otras nuevas. Como sociedad sujeta desde hace un siglo a un proceso de modernización profundamente desigual, las diferencias entre el campo y la ciudad y entre las distintas capas sociales son enormes, como lo son también las existentes entre quienes desarrollan un estilo de vida más “modernista” y “occidentalizado” y quienes adoptan, por el contrario, una posición más “conservadora” y “tradicionalista”. Todas estas fracturas hacen más difícil la conformación de una amplia coalición social capaz de presionar a las élites políticas de una manera efectiva. Esta falta de alternativas organizadas propicia, a su vez, la búsqueda en exclusiva de salidas individuales, emigrando al extranjero o accediendo a algún empleo mediante los consabidos “contactos”. Lo que prima es el clientelismo, el permanente intercambio de favores. Los efectos de este sistema son desastrosos. La eficiencia de las organizaciones públicas y privadas queda seriamente trastocada, algunos se enriquecen a costa de muchos y otros muchos más se ven por completo excluidos, y frustrados. Pero quizá lo peor de todo sea el debilitamiento de la idea de lo público y la frecuente visión de los otros como socios o competidores, pero no como conciudadanos con los que cooperar en aras de un objetivo compartido. Con ello, se entra en un auténtico círculo vicioso. Las raíces de este clientelismo son, por supuesto, muy diversas. Sin duda, la imperfecta modernización del país no ha permitido la difusión de sistemas organizativos más meritocráticos y racionales. Pero no estamos ante una mera supervivencia del pasado. Se trata de un arcaísmo, ciertamente, pero de un arcaísmo que se ve continuamente vivificado por las condiciones del presente. El clientelismo no es sólo un arma extraordinaria en manos del poder a la hora de desorganizar posibles movimientos en su contra, también constituye, mal que bien, un eficaz medio de supervivencia allí donde se carece del respaldo de unas buenas instituciones públicas o de unos mercados de trabajo eficaces. Siendo una respuesta comprensible frente a una modernización incompleta y desequilibrada, contribuye, al mismo tiempo, a dificultar cualquier avance de la misma, con lo que se produce un nuevo cortocircuito.

Pese a que este clientelismo se presenta en el caso concreto de Marruecos con unos contornos especialmente marcados, tampoco deja de constituir por ello un fenómeno prácticamente universal. Puestos a continuar comparando el caso marroquí con el español, podemos recordar el clásico caciquismo de la España de la Restauración. Este caciquismo impregnaba todo el sistema político y vaciaba en buena medida de su contenido a las instituciones formalmente democráticas. Ante todo, y al igual que ocurre hoy en día en Marruecos, ponía en conexión a las cumbres más altas del Estado con la masa más humilde de la población, a través de toda una cadena de relaciones clientelistas que atravesaban toda la sociedad de arriba a abajo. De este modo, una gran parte de la gente acaba implicada en este sistema, siendo su víctima, pero también su cómplice. En consonancia con esta última idea, frente a las equiparaciones demasiado fáciles entre los regímenes de Franco y de Hassan II a las que se entregaron todos aquellos que soñaban con una pronta transición a la española en Marruecos, con Mohamed VI jugando el papel de Juan Carlos I y con la aparición milagrosa de algún Adolfo Suárez marroquí, quizá convendría remontarse un poco más en el tiempo y evocar el reinado de Alfonso XIII. Pero nada sería más erróneo que reemplazar una analogía mecánica por otra del mismo tenor. Todas estas analogías pueden sernos útiles, pero a condición de que tomemos plena conciencia de las profundas diferencias que también existen entre las distintas realidades que estamos comparando. A pesar de sus profundos desequilibrios internos, la sociedad marroquí es una sociedad del siglo XXI, con un nivel de vida, un desarrollo tecnológico y una internacionalización de su economía sensiblemente superiores a los de la España de hace un siglo. No obstante, esta convivencia entre elementos más arcaicos y más modernistas, tan característica del llamado Tercer Mundo en su conjunto, contribuye, en ciertos aspectos al menos, a fortalecer su actual sistema autoritario. Ya hemos apuntado más arriba que la brecha existente entre “modernistas” y “tradicionalistas”, fruto de todo este desequilibrio, acentúa aún más las fracturas internas de esta sociedad y su dificultad para organizarse. De igual manera, gracias a esta modernización el Estado se ha fortalecido de manera decisiva. Con su extensa burocracia, su ejército y su policía, los actuales dirigentes marroquíes disfrutan de un poder sobre la sociedad con el que nunca hubiera podido soñar ningún Sultán anterior al colonialismo, obligado como estaba a pelear incansablemente contra las tribus levantiscas que le rodeaban. Frente a este fortalecimiento del Estado, la sociedad civil no lo ha hecho con la misma intensidad, quedando en gran medida a su merced y pudiendo ser entonces manejada por medio de una hábil combinación entre clientelismo generalizado y represión selectiva.

Parece, pues, que son muchos los factores que están contribuyendo a preservar este autoritarismo depurado, por lo que no hay que albergar demasiadas esperanzas en un cambio democrático a corto plazo. Sin embargo, este clientelismo que tanto fortalece al sistema político podría convertirse también en su talón de Aquiles. Su papel como rémora para la modernización es admitido por todos. De hecho, el historial económico del Marruecos del último medio siglo es bastante mediocre. Un autoritarismo más racionalizado tendría que poner coto a esta exuberancia descontrolada de las relaciones clientelistas. En la medida en que lo haga, o que parezca que lo haga, ganará, desde luego, mayor legitimidad ante la población y, con ello, se fortalecerá aún más. Ésta está siendo precisamente una de las cartas propagandísticas jugadas por la Corona. Pero queda por ver hasta dónde se está dispuesto a llegar. Como en el caso español, y, aunque tomándose un tiempo mayor, la modernización podría acabar por sentar las condiciones para que se produzca por fin una movilización social anti-autoritaria. Por ello, si la modernización atenta contra el clientelismo y éste se considera indispensable, por los beneficios materiales que proporciona y por la seguridad política que reporta, es perfectamente posible que se opte entonces por ralentizar esta misma modernización y dejar las cosas como están. Se podría ganar así en estabilidad, gracias, paradójicamente, a la propia incapacidad para mejorar la situación del país. Esta eventualidad no es descartable en absoluto. Pero habría que preguntarse si, en caso de producirse, el sistema no se deslegitimaría también de un modo decisivo, sobre todo cuando resulta cada vez más sencillo comparar la situación vivida en el propio país con lo que sucede en el exterior. En un caso semejante, el descontento concomitante podría volverse en contra del régimen. Así, este autoritarismo perfeccionado no deja de albergar en su seno una serie de contradicciones internas que podrían agravarse a más largo plazo. De ser así, existen razones de peso para abrigar un moderado optimismo acerca del futuro democrático de Marruecos.